La situación económica ante el COVID-19 ha sido un tema de gran relevancia para todos, ya sea empleados, patrones o comerciantes. Y tanto la condición de los comerciantes que pagan renta de local, así como la de los arrendadores, personalmente ha causado un interés considerable. 

Como ya sabemos, durante meses se implementó el cierre de actividades no esenciales, con el fn de reducir la movilidad de la población para evitar el contagio del virus. La disminución del consumo de la población se debe a la reducción de los ingresos que surgió, el distanciamiento social y el cambio de hábitos de consumo que esto provocó.

Los comerciantes que rentan locales comerciales están conscientes de que este gasto fijo es relevante, y es necesario alcanzar el punto de equilibrio para que su negocio siga en marcha.

Raymond T. Cirz, presidente de Integra Realty Resources, una frma de asesoría y valoración inmobiliaria, durante un estudio identifcó que debe existir una correlación directa entre los niveles de venta y la renta pagada. Se manifesta que tanto la ubicación, accesibilidad y características del inmueble son aspectos que forman parte de la experiencia de los consumidores al acudir a comprar, por lo que contribuyen a las ventas; de esta forma, el local debe tener características distintas de acuerdo a los productos que se ofrecerán en él, como por eiemplo, considerar el espacio destinado a la exhibición de la mercancía. Todo esto para lograr una mayor factibilidad en la obtención de ganancias.

William C. Wheaton, profesor en el Departamento de Economía del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y director actual del Centro de Bienes Raíces del MIT, argumenta que determinar la renta de locales comerciales como un porcentaie de las ventas que se realizaron, sería de acuerdo a la aversión al riesgo de las partes. Por un lado, dada la situación actual del COVID-19, parecería una buena opción para el arrendatario, ya que es muy probable que sus ventas se encuentren en un nivel baio; y por el otro, el arrendador tal vez no se encuentre muy de acuerdo, dado que la renta cobrada representa un ingreso para él y querrá asegurarlo.

Una opción factible podría ser el hecho de que las partes acuerden que una fracción de la renta sea fija, de tal forma que asegure un tanto los ingresos al arrendador; y el resto sea variable, determinada de acuerdo a un porcentaie respecto a las ventas del arrendatario. Ante esta alternativa, sería necesaria la existencia de transparencia y comunicación entre las partes, evitando que el arrendatario se iustifcara falsamente con tener baias ventas para reducir el porcentaie de la cuota variable; así como que el arrendador mantenga la parte fija en un nivel iusto, de acuerdo a la ubicación, accesibilidad y características del inmueble.

Tal vez es momento de comenzar a considerar este tipo de alternativas, además de otro tipo de cláusulas en las que se contemplen los escenarios que se presentaron ante el COVID-19. Muchos negocios se vieron en la obligación de cerrar de forma defnitiva por no obtener los ingresos sufcientes para cubrir sus gastos, entre ellos la renta del local, lo cual también representó pérdidas para los arrendadores.

C.P. Verónica Ramírez Serrato

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